Docencia y competencia emocional

Tras buscar y leer artículos que conectan la docencia, el alumnado, la competencia emocional y el bulling he llegado a la siguientes conclusiones:

Las emociones juegan un papel muy importante en el trabajo diario del docente ya que está continuamente interactuando socialmente. Por desgracia se suelen experimentar más emociones negativas. Las emociones positivas de los profesores pueden aumentar el bienestar docente y el ajuste con el alumno. Es por ello, que la capacidad de identificar, comprender y regular emociones, tanto positivas como negativas, se hace imprescindible en esta profesión.

Hay situaciones, como por ejemplo, el burnout i el bullying, que llevan  tanto al docente como al alumno: a estrés, depresión, ansiedad, falta de motivación, fracaso escolar y violencia entre iguales en el alumnado.

El objetivo que se busca con la educación emocional es prevenir el estrés psicosocial en el profesorado mediante el desarrollo de competencias emocionales. Las emociones, la mente y la percepción de la eficacia en las relaciones interpersonales influyen en el sistema endocrino, inmunitario y nervioso.

Por todo ello se considera necesario llevar a cabo una intervención por programas en los cuales se forme al profesorado en competencias emocionales.

El estrés psicosocial es el significado psicólogico negativo que elabora una persona sobre un suceso ambiental en relación con sus recursos de afrontamiento y de la importancia de ese suceso para su bientestar. La persona debe ser flexible y adaptarse a las necesidades de la situación.

Los estímulos sociales, es decir, lo que sucede en el colegio, no actúan directamente sobre el individuo sino que son sus percepciones del ambiente social las que tienen un efecto sobre su conducta en el mismo. No es lo que nos sucede sino como interpretamos lo que sucede.

Amparo Gaspar

 

¿Por qué es bueno que los niños se aburran?

Buscar por sí mismos actividades les hace más creativos y más resolutivos

Cuando los niños se aburrían

«Papá, mamá: Me aburro ¿Qué hago?». Seguro que la frase le resulta familiar, que la ha oído por boca de su hijo cientos de veces y ahora en verano, aún más. Pero no debemos satisfacer sus deseos, ni darles algo con lo que jugar o pasar el rato. Que investiguen ellos, que averigüen e inventen qué hacer cuando no tienen nada qué hacer.

«Si los niños tienen periodos de aburrimiento en que no están haciendo nada que les satisfaga, deberán utilizar sus propios recursos para que eso no ocurra, y ahí entra en juego la creatividad, porque el aburrimiento es la antesala de la creatividad», afirma a EL MUNDO Carme Crespo, psicóloga infantojuvenil y docente del Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP). «El poder conectar con uno mismo y buscar actividades o acciones que puedan sacarlos del tedio, hará que sean más flexibles cognitivamente, más tolerantes, más creativos, y por tanto más resolutivos«, añade la experta.

Pensemos por un momento cómo han surgido en nosotros los mejores proyectos. Probablemente, fue cuando no estábamos ocupando nuestro tiempo en nada. Y esto es porque «la creatividad necesita tiempo, y muchas de las grandes ideas han surgido en momentos de relax, como en unas vacaciones, en la bañera…», aseguran Mª Teresa Rodríguez de Castro y Mariola Lorente Arroyo, investigadoras de la Fundación Universidad de Padres.

Según ambas expertas, el cerebro está siempre funcionando y produciendo ocurrencias, aunque no seamos conscientes de todas ellas. Y puede suceder que, cuando no estamos pensando en eso que nos preocupa, de repente se nos ocurra una solución. Es una estupenda estrategia cuando hemos dedicado mucho tiempo a un problema y nos atascamos. Hay que dar libertad a nuestro pensamiento, dejarlo fluir, escucharnos a nosotros mismos, pues de ahí surgen proyectos, ideas y deseos.

Además, es importante que comprendamos que todos somos creativos. Esa es una de las conclusiones del trabajo ‘Creatividad en la educación’, elaborado para los Cuadernos Faros del Hospital Sant Joan de Déu, en el que ambas expertas han participado: «La creatividad no es algo que se relacione sólo con el arte o los inventos. Juega un papel muy importante en nuestra vida diaria, pues nos ayuda mucho a resolver todo tipo de problemas, empezando por los más cotidianos. La creatividad puede desarrollarse como un hábito», dicen.

Por eso es tan importante que los niños no tengan todo su ocio programado, porque en la libertad del tiempo libre pueden aprender y desarrollar infinitas capacidades positivas para su crecimiento: «Aburrirse desarrolla la autonomía personal, el pensamiento propio, la imaginación… Si un niño se aburre y nadie le dice qué hacer, él mismo acabará dando con una forma de entretenerse», sostienen las investigadoras. Por ello, mantienen que «los niños necesitan la oportunidad de hacer cosas por sí mismos, de ponerse sus propias metas, inventarse planes y proyectos. Experimentar todo esto es la mejor manera de adquirir estas habilidades».

Pero no sólo los niños: también los adultos debemos ser conscientes de que no pasa nada por no tener nuestra agenda ocupada todo el tiempo. «Vivimos en una sociedad en la que hay un afán por hacer cosas todo el rato, parece que si no se tiene una actividad entre manos se estuviera perdiendo el tiempo. El ‘no hacer nada’ está muy mal valorado socialmente, y esto sin darnos cuenta se lo inculcamos a nuestros hijos, que siempre tienen actividades que hacer, agendas muy marcadas y estructuradas», dice Leire Iriarte Elejalde, psicóloga y vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (SEPYPNA).

Los niños durante el curso no paran. Cuando terminan su jornada escolar tienen deberes (según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, España es el quinto país que más deberes pone a sus alumnos) y después, actividades extraescolares. Casi no tienen tiempo para jugar o para, simplemente, no hacer nada.

Igual pasa en verano: se intenta que los niños tengan todo el tiempo ocupado (entre otros motivos, por la difícil conciliación de los padres cuando los niños están de vacaciones). Pero no conviene que los niños tengan todo su ocio dirigido, es importante que aprendan a valorar el tiempo y a gestionarlo. A veces podemos ayudarles, pero en otras ocasiones es mejor que sean ellos solos quienes averigüen cómo hacerlo. Vencer el aburrimiento implica esfuerzo. Por ello, no debemos darles todo hecho: ayudarles (a veces) sí, pero no darles la solución.

La clave es: ¿cómo podemos ayudarles? Los padres deben dejar a los niños tiempo para crear e inventar, por ello según Iriarte, «es muy positivo que los pequeños tengan a su alcance medios y posibilidades de hacer cosas«. Es decir, material de manualidades, juegos de construcción o cosas que puedan potenciar esa libertad y creatividad, para que no recurran siempre a la tele o a los videojuegos.

«No es negativo que los niños jueguen con dispositivos móviles, pero sí cuando les quita tiempo para otras cosas, y por supuesto cuando juegan en exceso», aclara Iriarte. Es fundamental que durante su crecimiento los padres les enseñen de forma progresiva y natural cosas para fomentar su creatividad y capacidad de juego. Un ejemplo de Crespo: Se le da un palo al niño y se le pregunta: «¿Qué podemos hacer con él?». Y que el niño diga mil cosas, no sólo una. Hay que hacer que los pequeños disfruten aparte de los juguetes, los juegos de mesa o los dispositivos electrónicos. Hay que darles las herramientas para que aprendan, en relación con su edad y capacidad.

Es clave que los padres «les acompañemos a realizar actividades solos, buscando en su mundo interior aspectos que les serán beneficiosos en su futuro, fomentando la creatividad, la sorpresa, la autonomía», asiente Crespo. Si cuando sueltan ‘Me aburro’ les damos opciones rápidas (el móvil) o les indicamos qué hacer, se lo estamos dando todo hecho y no aprenderan.

Es fundamental que padres e hijos pasen tiempo juntos, aunque el ritmo de vida actual lo haga difícil. Y que el tiempo que se comparta sea de calidad. «Los padres debemos conectar con el aquí y el ahora de estar con ellos, no mirar continuamente el móvil, no tener de fondo la televisión y ayudarles a que creen actividades en las que podamos participar», sostiene Crespo. Es fundamental «generar espacios estimulantes para la creación y el juego en familia, y oportunidades para poder practicarlos. El juego libre, imaginativo y no estructurado es esencial para el desarrollo infantil«, concluyen Rodríguez de Castro y Lorente.

15 Errores que como docente he cometido en el aula

Ser docente en estos tiempos… Los que me leéis con asiduidad sabéis que en ocasiones he insistido en que hay veces que debes dar un paso atrás para dar dos hacia adelante. Pues bien, hoy no voy a dar un paso atrás, sino quince, porque quince son los años que llevo ejerciendo como docente en la escuela pública.

Quince años que han dado para más de 8.000 sesiones de docencia directa con alumnos. Quince años repletos de aciertos y de no pocos errores. Precisamente de errores es de lo que te vengo a hablar en esta entrada. Concretamente, de 15 errores que echando la vista atrás me he dado cuenta de que debía rectificar para bien de mis alumnos. ¿Quieres saber cuáles han sido estos 15 errores y cómo estoy, a día de hoy, intentando corregirlos? Pues te invito a que me acompañes porque zarpamos…

Docente

Imagen extraída de Shutterstock

15 Errores que como docente he cometido en mis 15 años ejerciendo mi profesión.

1. Distinguir entre oír y escuchar de forma activa.

  • Confieso que tardé un tiempo en darme cuenta de la diferencia que existía entre oír y escuchar de forma activa a mis alumnos. Oír a tus alumnos es mirarlos a la cara, pero teniendo la mente puesta en ti y en las preocupaciones que te rondan por la cabeza en ese momento. Sin embargo, la escucha activa consiste en tener la capacidad de vaciar tu mente y entregar tu tiempo a ese alumno que se ha dirigido a ti por algún motivo.

2. Valorar más el proceso que el resultado.

  • En mis primeros como docente años el examen lo era todo, el examen era el rey del proceso de enseñanza-aprendizaje. Todo giraba en torno a él. Con el tiempo me he dado cuenta de lo equivocado que estaba, de que lo importante era supervisar lo que el alumno iba aprendiendo por el camino, lo que iba asimilando de mis enseñanzas. Ese es el verdadero valor y no el una nota final.

3.  Afrontar el conflicto como una oportunidad.

  • Así es. Me ha llevado unos años darme cuenta de que los conflictos en sí no son malos, pese a la connotación negativa que el propio término implica. De lo que se trata es de transformar el conflicto en un conflicto positivo, es decir, ser conscientes de que la persona siempre debe estar por encima del conflicto y que ese conflicto puede construirse desde el diálogo y la mediación.

4. Promover la educación disruptiva.

  • Siempre había tenido la certeza de que, para enseñar, una premisa imprescindible era el silencio. El silencio era orden, control y disciplina. Con los años me he dado cuenta de que el silencio era necesario porque el tipo de clase que daba era exclusivamente unidireccional, es decir, yo enseño y tú -el alumno- escuchas. Hay momentos en que el silencio es necesario en un aula, pero también tiene que haber tiempo para la disrupción, es decir, para la cooperación, el debate y el espíritu crítico.

5. Fomentar la excelencia por encima de la perfección.

  • Cuando el examen es el rey, la perfección se convierte en la meta de cualquier aprendizaje. Así pensaba yo. Ahora me doy cuenta de que la excelencia es mucho más importante que la perfección porque incide más en el proceso que en el resultado.

6. Ser empático en lugar de simpático.

  • Cuando empecé como docente creía que podría acercarme a mis alumnos a través de la simpatía. Con los años me di cuenta de que con mis alumnos no se trataba de ser simpático, sino empático, es decir, la simpatía me hacía tener una respuesta para todo, una solución para todo, la aprobación del alumno. Ahora sé que de lo que se trata es de ser empático porque la empatía no juzga, se centra en la persona y no exclusivamente en la solución para esa persona.

7. Insistir en que explicar no es lo mismo que enseñar.

  • Creo que es inevitable que, cuando empiezas a ejercer de docente, no seas consciente de la diferencia entre los términos explicar y enseñar. Tardé años en darme cuenta de que en mis clases lo que hacía era sobre todo explicar, es decir, transmitir conocimientos que mis alumnos podían aprender por sí mismos.

8.  Aprender a formular preguntas abiertas.

  • Al querer ser simpático me di cuenta de que las preguntas que formulaba a mis alumnos eran preguntas cerradas, preguntas que no generaban opciones, preguntas que no buscaban el diálogo. Si algo he aprendido es que las preguntas abiertas inciden en lo emocional, invitan a la reflexión y a la retroalimentación.

9. Promover la mediación antes que la sanción.

  • Tardé unos cursos en darme cuenta de la importancia de mediar los conflictos que iban urgiendo en el aula. Muchos docente prefieren sancionar antes que mediar porque la sanción es rápida, es inmediata. La sanción carece de diálogo, de opciones. Sin embargo, la mediación es mucho más efectiva porque tiene un efecto reparador.

10. Equilibrar en el aula la inteligencia emocional y la inteligencia intelectual.

  • La educación tradicional es una educación lineal. Y como es lineal, no hay tiempo más que para trabajar conceptos y procedimientos. La educación lineal no crea opciones y, sin opciones, no es posible enseñar emociones. Han sido estos últimos años en los que me he dado cuenta de que las emociones pasan por replantearse la forma en la que se enseña en las aulas, una forma unidireccional incapaz de transformar el tiempo para dar paso a un currículum ligado a las competencias emocionales.

11. Enseñar a aprender desde la cooperación.

  • Al darme cuenta de que podía transformar el espacio del aula, también me di cuenta de que se me abría la oportunidad de que fueran los propios alumnos los que aprendieran de sus propios compañeros. Sin duda, el ir sustituyendo la clase lineal y tradicional por una clase cooperativa me ha dado una nueva visión del tiempo y del espacio en el aula.

12. Defender una escuela inclusiva de todos y para todos.

  • Aunque siempre he sido muy sensible con todo lo relacionado con la educación inclusiva, no ha sido hasta hace poco que he podido transformar el tiempo y el espacio en el aula, que he podido dedicar a los alumnos con necesidades educativas especiales toda la atención que requerían. Una educación intelectual sí, pero también emocional. También he podido valorar la inestimable labor del Pedagogo Terapeuta en el aula.

13. Hacer de las TIC un aliado, no un sustituto.

  • Quince años en las aulas dan para mucho. Sin duda, la evolución tecnológica ha sido mucha. En mi caso debo confesar que me ha cambiado por completo mi forma de enseñar. Tal vez el error que cometí en mis primeros años fue pensar que la tecnología podría estar por encima del docente. Grave error. El tiempo me ha enseñado que las TIC nunca podrán sustituir al docente, sino que lo acompañarán para hacer de él, precisamente, un mejor docente.

14. Valorar el error como una forma más de aprendizaje.

  • Cuando lo que buscas es la perfección, no existe margen de error. Así es como pensaba yo. Ahora que valoro el proceso me doy cuenta de que el error es un elemento indispensable para el aprendizaje. Un error que debe enfocarse desde una perspectiva constructiva, como un punto de partida, como un acto de valentía.

15. Promover el “saber hacer” por encima del “saber”.

  • Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. ¡Cuánta verdad esconde esta cita de Benjamin Franklin! En mis primeros años como docente pensaba que el aprendizaje consistía en saber, en ir acumulando definiciones, fechas, nombres de obras… Ahora me doy cuenta de lo equivocado que estaba. Ahora sé que de lo que se trata es de enseñar a que tus alumnos aprendan destrezas y habilidades para que puedan enfrentarse al mundo que les espera con la mayor de las garantías.

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Infografía realizada con easel.ly

Lo que he aprendido como docente en estos 15 años. A modo de conclusión.

Sí, quince años dan para mucho, quince años dan para muchos errores. Pero lo importante del error radica en ser consciente del mismo. Sé que a día de hoy aún sigo cometiendo algunos, si no muchos, de los que he mencionado en esta entrada. Pero el hecho de poder parar y reflexionar sobre mi quehacer en las aulas me ha permitido al menos darme cuenta los mismos y, aún más importante, adquirir la determinación de enmendarlos. En este sentido, Justifica tu respuesta nació con la idea de dar a conocer mi trabajo, un trabajo no exento de errores, un trabajo en el que todavía queda un largo camino por recorrer y en el que espero tenerte a mi lado para seguir aprendiendo, para seguir aceptando nuevos retos y desafías. Por supuesto, cuento contigo…

Tres aspectos de la educación en Finlandia que necesitamos importar con urgencia

· 21 FEBRUARY 12:02
MUNDO, ORGANIZACIÓN SOCIAL

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Hay muchos elementos que hacen de la educación en Finlandia una de las mejores del mundo, y no sólo por sus resultados, que sólo son la consecuencia. Por ejemplo: la alta consideración social y económica del docente, la innovación y libertad pedagógica del maestro, el cuidado individual a cada alumno  o el hecho de que la financiación de las escuelas se realiza a través de los ayuntamientos. Esto último garantiza que en cada municipio la educación sea considerada una prioridad (¡¡se trata de sus propios hijos!!).  Estos son solo algunos ejemplos.

De todos ellos, hay tres aspectos fundamentales que marcan una diferencia de base con el sistema español, y que, soñando despierta, me gustaría importar con carácter de urgencia.

1) La no-injerencia política. La educación en Finlandia no es algo estático, sino que está en evolución permanente … con criterios pedagógicos. No son los políticos, sino los docentes quienes lideran esa evolución.  En España, lo primero que hace cada nuevo gobierno que llega al poder es imponer, desde arriba y sin suficiente consenso con la comunidad educativa, los cambios que considera oportunos, en base a criterios que ni los docentes ni los ciudadanos acertamos a entender.  El progresivo deterioro de la calidad educativa demuestra que esos criterios pueden ser variados, pero no son pedagógicos, a la vista del resultado. En cualquier caso se apoyan en una visión mecanicista del niño no como un ser inteligente en evolución, sino como una caja que hay que llenar, y cuando antes se empiece mejor. Eso con cada vez menos recursos…

amasar2) Comenzar la escuela en primaria. En Finlandia y otros países avanzados, la etapa del jardín de infancia se prolonga hasta los 6 años, lo que aquí consideramos el 2º ciclo de la Educación Infantil. Los niños empiezan a aprender a leer y escribir y a contar a los 7 años, porque es cuando están neurológicamente maduros para ello. Antes de ese momento, su tiempo se dedica al juego (gran parte de él al aire libre), la actividad manual y escuchar narraciones. “Estar maduro” implica aprender con facilidad y disfrutando. Hay consenso entre los pedagogos en que adelantar etapas es un error que no sólo les priva de un tiempo valioso para jugar, que es lo que necesitan hacer en esta etapa, sino que convierte el aprendizaje en una tarea ardua, desagradable. Muchas dificultades de aprendizaje son el fruto de esta profunda incomprensión de cómo son y cómo aprenden los niños en realidad.  No cargarse su afán y su placer por aprender debería ser una prioridad.

3) El arte, parte integral de la educación. La educación musical y artística no sólo nos conecta con lo más elevado de la inteligencia humana, sino que es un cauce natural de desarrollo de la creatividad, y como “efecto colateral” facilita el aprendizaje de otras materias más formales. En el Jardín de Infancia, cantar potencia el desarrollo físico, mental y social de los niños y se refleja en el desarrollo del habla y la inteligencia social. No hay desarrollo integral sin las artes en la escuela. Y con “arte” no me refiero a colorear fichas… Así, mientras los pedagogos van descubriendo cómo el arte favorece el desarrollo integral de las niñas y los niños, y hay países que incluso recogen en su constituciónel derecho a la educación artistica en la escuela, en España su presencia en el curriculum escolar va disminuyendo progresivamente, por ser considerada algo menor, colateral, sin una utilidad directa.  Una visión bastante miope de la educación.

homeworkEs también lamentable la forma en que el sistema escolar proyecta su sombra fuera de la escuela, concretamente  sobrecargando con deberes incluso a niños muy pequeños. Se trata de un instrumento perverso con el que la escuela se apodera del poco tiempo libre que queda a los niños, reduciendo aún más su tiempo de juego y generando estrés familiar. Un tema penoso que demuestra que poner el acento en forzar la marcha, en realidad, no funciona, y quemerece una rebelión de los padres.

Isabel Fernandez del Castillo

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